Hay vida más allá de la Nespresso, aunque Clooney no lo sepa.
Las cafeteras de cápsulas han supuesto una pequeña revolución. Son cómodas, rápidas, hacen poco ruido y dan un café decente. Sin embargo, como cualquier amante del café sabe, poco tienen que hacer ante unos buenos granos recién molidos.
Hacer un buen café un arte que requiere destreza y conocimiento. Uno no se puede considerar un verdadero barista por saber mezclar dos tipos de granos o hacer latte-art, hay que dominar todo tipo de cafeteras y sus técnicas.
Aeropress

Inventada en 2005 por el estadounidense Alan Adler, la Aeropress es una de las pocas cafeteras de culto que han aparecido en los últimos años. Su diseño en forma de jeringuilla puede resultar algo confuso al principio, pero resulta muy fácil de utilizar.
Simplemente tenemos que poner el filtro y el café en el tubo, situarlo sobre la taza, llenarlo hasta la marca de agua hirviendo e introducir el émbolo. Después de unos pocos minutos simplemente presionamos el émbolo hacia abajo y el café caerá directamente sobre la taza listo para servir. Un sistema limpio y sencillo que nos permite preparar café de forma rápida.
En cuanto al sabor, dado que el agua baja a presión por el café su sabor es concentrado al igual que ocurre en una cafetera expreso.
Chemex

Inventada en 1941 por el alemán Peter Schlumbohm, el diseño de la Chemex ha pasado a la historia como uno de los mejores de todos los tiempos. No en vano ha sido expuesta en el MoMA de Nueva York y ha aparecido en incontables libros, series y películas. Desde James Bond y Mad Men hasta Interestellar y Friends.
Su funcionamiento es bastante sencillo, aunque como se trata de un simple recipiente tenemos que calentar el agua a parte. Para hacer café simplemente colocamos un filtro, ponemos los granos ya molidos sobre él y vertimos agua hirviendo.
Cafetera de sifón

La cafetera de sifón es perfecta para impresionar a las visitas o para aquellos que tengan complejo de «Heisenberg» después de ver «Breaking Bad«. Este tipo de cafeteras son muy apreciadas por los aficionados, no sólo por el espectáculo que supone hacer café en ellas si no también por el sabor suave y con cuerpo que dota a la bebida.
Cada cafetera de sifón está formada por cinco partes: la peana que la sostiene, el quemador (que se encarga de calentar el agua), el recipiente inferior (con forma de globo), el superior (con forma de embudo) y el filtro que separa ambos. Una vez está todo montado, se situa el agua en el recipiente inferior y el café en el superior. Cuando el agua empieza a hervir sube hacia el recipiente superior, donde se mezcla con los granos molidos. Una vez esté listo retiramos el quemador y todo el liquido desciende al recipiente inferior.
Por desgracia toda esta la espectacularidad también juega en su contra, puesto que resulta poco práctica para el día a día por su fragilidad y lo complejo que puede resultar limpiarla.
Moka

También conocida como Italiana, la cafetera Moka es todo un clásico. El sabor de su café se encuentra entre el intenso del expreso y el que puede darnos una cafetera como la Chemex (algo más suave). Es además una de las más sencillas y prácticas de usar. Sólo necesitamos una placa donde colocarla, agua y café de molido medio.
La cafetera se divide en dos partes. La baja, donde se coloca el agua (caliente o al menos templada) junto con el café molido, y la alta donde se encuentra el recipiente en el que reposará el café una vez esté listo. Todo un clásico que nunca pasa de moda.
Cafetera de émbolo

La cafetera de émbolo, o francesa, es una de las más versátiles que podemos tener en la cocina. Gracias a su diseño, una jarra de cristal y filtro situado en un émbolo, nos sirve tanto para hacer café caliente como otras muchas variantes. Desde el Cold Brew (o infusión en frío) del que hablamos hace unas semanas hasta infusiones. Incluso nos puede servir para espumar leche.